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La socialización en el Unschooling: Una experiencia que rompe mitos

Actualizado: 26 mar


Cuando decidimos abrazar el camino del unschooling, una de las preguntas más recurrentes de familiares, amigos e incluso de nuestra propia conciencia fue: “¿Y la socialización? ¿Cómo aprenderá a relacionarse con otros niños?” Este es un temor común entre quienes se plantean el homeschooling o el unschooling, pero recientemente vivimos una experiencia que me confirmó algo muy valioso: la socialización no solo ocurre, sino que lo hace de una manera más rica y significativa.


Esta semana asistimos a una actividad organizada por nuestra biblioteca municipal. Era un evento al aire libre que incluía una exposición fotográfica sobre las aves del municipio, un pequeño taller de dibujo y una zona de lectura de cuentos. La atmósfera era maravillosa: varias familias con niños de diferentes edades compartían el espacio y la experiencia. Y Enzo, mi hijo de 6 años, la pasó de maravilla.


Enzo comparte ideas mientras dibuja junto a otros niños, demostrando la riqueza de la socialización en el aprendizaje libre. #Unschooling

En el taller de dibujo, se sentó junto a una niña y un niño más pequeño. Dibujaban mientras compartían ideas sobre sus creaciones. Luego, en la zona de lectura, se tiró en los pufs con otros niños y terminó leyendo cuentos con los más pequeños. Pero lo que más me emocionó fue ver cómo conversaba animadamente con niños mayores sobre videojuegos como Among Us, Roblox y Minecraft. Esa conexión espontánea, basada en intereses comunes, demostró una vez más que los niños no necesitan un aula para socializar.


Enzo lee cuentos con niños de todas las edades, mostrando cómo el unschooling fomenta conexiones genuinas y significativas. #CrianzaRespetuosa

Sin embargo, el momento más especial llegó al final de la actividad. Antes de salir de casa, Enzo había tomado una moneda de 2 soles de su alcancía “por si quería comprar algo”. Cuando nos despedíamos, Enzo invitó a dos de sus nuevos amigos y a su mamá a comer un helado en una tiendita al lado de la biblioteca, donde solemos ir. Me emocionó su gesto: un acto espontáneo, nacido de su propio deseo de compartir. Incluso utilizó su propio dinero para hacerlo.


¿Qué me enseñó esto?


1. La socialización no se limita a pares de la misma edad. Enzo interactuó con niños más pequeños y mayores, así como con sus padres. La diversidad de edades enriquece su capacidad de adaptarse y conectar con personas diferentes.

2. La conexión surge de intereses comunes. Los niños no necesitan forzar las relaciones; basta un tema de interés compartido para que la magia ocurra.


3. La empatía y la generosidad florecen de manera natural. El gesto de invitar a sus amigos al helado fue un reflejo de su capacidad para compartir y pensar en los demás.


Para mí, esta experiencia reafirmó que la socialización no es un problema en el unschooling. Al contrario, este enfoque permite que los niños desarrollen habilidades sociales en un entorno diverso, natural y significativo. Enzo no necesita un salón de clases lleno de niños de su misma edad; necesita espacios donde pueda ser él mismo, explorar sus intereses y conectarse genuinamente con otros.


¿Y tú, qué opinas sobre la socialización en la educación libre? ¿Has vivido alguna experiencia que te haya sorprendido? Me encantaría leer tus comentarios. Y si este post te ha inspirado, ¡no olvides compartirlo en tus redes sociales! Juntos podemos romper mitos y seguir aprendiendo bonito. ❤

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