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La Resiliencia Empieza en Casa: Educar la Mente con Gratitud y Fortaleza

…y a veces, en un tren lleno.


Criar niños fuertes, resilentes y agradecidos; el trabajo más arduo de la crianza resposable. Porque Educar en casa es educar para la vida

Hay días en que criar desde el amor es sencillo…Y hay otros en los que parece que la vida te sube a un tren lleno, sin asiento, sin ventilación y con un niño que repite:—“Este es el peor día de mi vida.”


Si te suena familiar, bienvenida al club de las mamás que no solo crían, sino que forman seres humanos fuertes… sin manual, sin auto y a veces sin paciencia.


Porque sí: enseñar matemáticas es fácil con Khan Academy. Pero enseñar fortaleza mental, resiliencia, gratitud y visión positiva de la vida… amiga, esa es liga mayor.


Cuando la vida te da transporte público, tú lo conviertes en escuela de resiliencia


En casa no tenemos automóvil, así que todas nuestras salidas son una aventura en transporte público. Y casi siempre comienza bien: yo le explico a Enzo dónde vamos, cuánto demora el viaje, qué va a pasar.


Pero a veces llega ese momento… Ese plot twist emocional que toda madre conoce:

“Ya no aguanto más.”

“Estoy muy pesado.”

“¿Por qué a mí?”

“Este es el peor día de mi vida.”


Y ahí estoy yo, tratando de recordarle que la única cosa que tendrá bajo control toda su vida es su mente: sus pensamientos, sus emociones, su manera de ver el mundo.


A veces logro hacerlo reír. A veces me mira como si fuera la gurú de la positividad que nadie pidió. 😅


La magia de aprender a ver lo invisible


Cuando un tren lleno avanza contigo apretado entre desconocidos, es fácil entrar en “modo queja”. Pero yo trato de mostrarle el otro lado:


🌿 “El tren es el transporte más rápido.”

🌿 “Tuvimos para pagar los boletos.”

🌿 “Vamos juntos.”

🌿“Mira cuántas veces nos han cedido asiento justo al subir… eso también es una bendición.”


Y lo pienso de verdad.

Yo sí lo veo.

A veces Enzo no.

Y a veces yo tampoco.

Pero lo seguimos intentando.


Porque la resiliencia no se hereda.

Se modela, se entrena, se siembra… una molestia, un trayecto largo o un asiento desocupado a la vez.


Sembrar valores no es fácil… pero es urgente


Quiero que Enzo aprenda a mirar la vida sin derrotismo.

No para que sea “positivo” todo el tiempo —eso no existe— sino para que tenga una mente flexible, capaz de encontrar luz en medio del caos.


Quiero que cuando el mundo le ponga obstáculos, él piense:

“Ok, esto está incómodo… pero hay algo aquí para mí. ¿Qué puedo aprender?”


Eso es fortaleza mental.

Eso es resiliencia.

Eso es educación libre en estado puro: aprender de la vida, con la vida y dentro de la vida real.


Y al final… también es un aprendizaje para nosotras


Acompañar a nuestros hijos en su mundo emocional nos obliga a mirar el nuestro.

A crecer con ellos.

A respirar cuando queremos gritar.

A encontrar el lado luminoso cuando el vagón está lleno.

Porque ellos aprenden más de lo que somos que de lo que decimos.


Al final, criar niños fuertes no es que no se quejen…

Es que se caen, lloran, respiran… y vuelven a levantarse.

Y nosotras vamos al ladito, recordándoles que su mente es su hogar y su herramienta más poderosa.


¿Y tú, mamá?

¿Qué desafío reciente te ha obligado a enseñar fortaleza mental en tu hogar?

Te leo en los comentarios. 💛


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